Carolina del Norte, Nash - Lo reclutaron en México con falsas promesas. Le hicieron pagar altas tarifas de contratación a cambio de un empleo en Estados Unidos. Se aprovecharon de sus deudas para obligarlo a trabajar contra su voluntad. La víctima esta vez se llama Axel Campos Arroyo, pero su historia se repite una y otra vez: es otro caso de abuso laboral en Carolina del Norte.
Patrocinado por las organizaciones sin fines de lucro Framework Justice y Ayuda Legal de Carolina del Norte, el 28 de julio pasado Campos Arroyo inició una demanda contra Lamm Farms y su contratista de mano de obra agrícola, Alvarado’s Harvesting.
Según se informa en la demanda, Campos Arroyo llegó a Estados Unidos con visa H-2A. Se trata de un programa de trabajo agrícola temporal para extranjeros. Esta opción, muy conveniente para cobrar salarios en dólares, es elegida por muchísimos campesinos mexicanos. Pero con frecuencia esconde un lado oscuro donde proliferan toda clase de abusos a las condiciones de trabajo. De hecho, hace poco más de un mes, otras tres trabajadoras mexicanas que formaban parte de este programa debieron ser indemnizadas con más de 100,000 dólares por situaciones similares a las que sufrió Campos Arroyo.
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Abuso laboral en Carolina del Norte: la historia de Axel Campos Arroyo
Cuando a Axel Campos Arroyo le ofrecieron un trabajo en Estados Unidos, la idea le pareció tentadora.
Le dijeron que le pagarían un salario de US$ 14.16 la hora, tres comidas diarias y un reembolso por sus gastos de traslado y visa. Esas son, efecto, algunas de las normas que rigen el contrato de trabajo H-2A. Otro de los puntos cruciales: las tarea sería en agricultura, una actividad en que él tenía experiencia.
El problema es que nada de eso ocurrió. Campos Arroyo debió contraer importantes deudas. Pidió dinero prestado para pagar cuotas de reclutamiento, un viaje a Monterrey para tramitar la visa H2A en el consulado, y luego el transporte hasta Estados Unidos.
Cuando llegó al condado de Nash, en Carolina del Norte, no le reembolsaron ninguno de los gastos. Lamm Farms y su contratista de mano de obra agrícola, Alvarado’s Harvesting, no cumplieron con lo prometido a Campos Arroyo. Tampoco con lo que expresan las normas del programa H-2A.
Sus empleadores se aprovecharon de todas esas deudas, que ellos mismos habían potenciado, para obligarlo a trabajar contra su voluntad. Ni siquiera le asignaron tareas en el campo. En cambio, lo forzaron a trabajar en una empresa constructora. Jornadas laborales de 13 o 14 horas, seis días a la semana.
Para que no pudiera moverse con libertad ni renunciar a su empleo, los rancheros le quitaron su pasaporte. Esa clase de maniobras son un claro indicio de trata laboral. Incluso le dijeron a Campos Arroyo y a sus compañeros que sus pasaportes tenían un chip de rastreo incrustado, y que si dejaban su empleo podrían encontrarlos. También amenazaron con deportarlos y con lastimar a sus familiares.
Bajo esas condiciones de trabajo, de extrema violencia y coerción, Axel Campos Arroyo decidió escapar. Vio la oportunidad a media noche, cuando nadie lo controlaba. Logró tomar un bus que lo llevó sano y salvo con sus familiares. Desde ese momento, decidió buscar justicia laboral. La demanda es el primer paso. A partir de ahora, está en manos de la justicia.