Magali Santos y Magdalena Regules, ambas inmigrantes mexicanas y sobrevivientes de violencia doméstica, vivieron varios años de su vida atrapadas en relaciones de abuso. Y aunque las dejaron marcadas, han logrado superar los obstáculos y comenzar de nuevo.
Tanto para Magali como para Magdalena dejar a sus compañeros abusadores no fue fácil, cada una tuvo sus propios motivos. Sin embargo, coinciden en que fue una mezcla de sentimientos de miedo, soledad, amor y dependencia.
Aunque no es fácil para ellas hablar de lo ocurrido, compartieron algunos detalles de sus historias con Enlace Latino NC, para que sus vivencias sirvan de espejo a otras mujeres inmigrantes, y sepan que es posible salir de relaciones de violencia doméstica antes de que sea demasiado tarde.
Magali Santos indígena Otomí
Magali es proveniente de San Pablito, un pequeño pueblo en el estado de Puebla, habitado por una comunidad de indígenas Otomí. Ella llegó a EE. UU. en 2005, dos meses después que su esposo. Es madre de un joven de 15 años y una niña de 12 años.
“Me casé con mi esposo por la iglesia, como Dios manda, porque fue criada en una familia de tradición muy católica, por eso él me dio anillo de compromiso y tuvimos fiesta y todo”, contó Magali.
Pese a que en su país el machismo es arraigado, en su familia nunca lo vivió. Siempre vio a su padre ayudando a su mamá en los quehaceres de la casa, y tratarse entre ellos con amor y respeto, y eso siempre fue lo que ella deseó cuando tuviera su propio hogar.
Cuando Magali se casó, su esposo emigró a EE. UU. y se reunió con él dos meses después. La pareja vivía en Durham, y ella recuerda que su matrimonio iba bien en un principio, que su esposo era tranquilo, la sacaba a pasear y que incluso le enseñó a cocinar.

Cómo una relación normal se tornó violenta
Sin embargo, en 2010 cuando quedó embarazada de su hija menor, el comportamiento de su esposo cambió y comenzó a embriagarse y a tornarse malhumorado. Poco después supo que tenía otra mujer.
“Lo primero que hice fue preocuparme por mi bebé, y le dije que sabía lo de la otra mujer, pero no lo enfrente. Tuve la niña y comencé a trabajar de medio tiempo y al año le dije que me iba a separar, pero eso bastó para que todo empeorará y de celos y mal humor pasó a los golpes”.
Magali aguantó durante seis años más esa situación de violencia doméstica, y admitió que no quiso separarse porque no hablaba inglés, y por haberla amenazado con quitarle los niños.
“Un día después de una discusión llamó a la policía, me amenazó y me dijo que me fuera, me dio las llaves de un carrito viejo que tenía y tuve que ir para donde mi hermano en Raleigh”.
Según la inmigrante mexicana, esa situación se repitió un par de veces, y siempre terminaba regresando junto a su esposo quien le recordaba de lo que él era capaz, si no quería perder a sus hijos.
“Nadie se dio cuenta que él me golpeaba, porque por la educación que me dieron mis padres, sobre todo mi madre, que me decía que no me quejara si no iba a dejar a mi esposo, y que los trapos sucios se lavan en casa”.
Al creer en eso, y de que “te casas para siempre”, Magali nunca les contó a sus padres la vida que llevaba.
El camino a la salida
A comienzos de 2017, en una clínica de Durham donde iba con sus hijos, le contó su situación a una empleada de allí, quien le insistió en buscar ayuda y le recomendó acudir a El Futuro, una clínica sin ánimo de lucro en el centro de la ciudad, que provee servicios de salud mental a familias latinas.
Aunque comenzó a asistir a terapias en la clínica, y para entonces ya no le importaba si su esposo le era infiel, este comenzó a amenazarla con suicidarse si lo dejaba.
“Un día se apareció en la casa tomado y drogado, levantó a mis hijos de la cama y me empezó a golpear, y nos sacó de la casa. Tengo fotos de esa vez que luego me sirvieron para la corte. Al día siguiente regresé porque me sentía con más confianza en mí misma, porque era mi casa, y era él quien se tenía que ir”.
Magali recuerda, que la violencia doméstica no era sólo era física, sino también emocional. Hasta que un día sacó fuerzas para decirle que ya no podía más y que debían separarse.
El hombre volvió a amenazarla con suicidarse, pero esa vez trató de cumplir la amenaza y se tomó varias pastillas de medicamentos que tomaba y cayó al suelo tirando espuma por la boca.
“Llamé a la policía y les conté todo, y un policía me dijo que lo denunciara, porque la próxima vez la víctima podría ser yo. Así que hice un reporte, y tenía que ir a la corte, no sabía que se podían conseguir abogados gratis y le pagué a uno, pero me salí de esa situación y nos metimos con mis hijos en terapia”.
Magali también consiguió una orden de restricción para su esposo, pero como se había casado por la iglesia y no por lo civil, no pudo separar bienes por mitades, incluida su casa y la compañía de jardinería que tenían que estaba a nombre de él.
“Tuve que hacer un préstamo en la Cooperativa Latina para pagarle la mitad de la casa porque ya la teníamos paga”.
En la corte el juez le dio a Magali la custodia de su niña, y su esposo se quedó con la de su hijo, pero al poco tiempo el joven regresó con su madre por su cuenta.
Ayudando a otras mujeres
Hoy Magali, a sus 37 años, y después de cinco años de separada, vive en Roxboro, donde comenzó una nueva vida con sus hijos, y es dueña de una compañía de limpieza.
Ha conocido organizaciones y grupos que brindan apoyo a las mujeres víctimas de violencia doméstica, que le ayudaron a “abrir los ojos”, a educarse y aprender de recursos, leyes, procesos y servicios disponibles.
Desde hace más de dos años conoció el grupo, Empodera-Te Latina, localizado en Burlington, y conformado por mujeres sobrevivientes que ayudan a otras a salir adelante.
“Colaboró en el grupo cuando llega una mujer que necesita ayuda o información, por ejemplo, de la corte, comida o ropa gratis, entonces yo les doy esa información. Por la experiencia que viví, me gusta servir de esa manera”.
Hoy visibiliza a la mujer indígena
Magali siempre ha conservado su cultura Otomí, y en el grupo la animaron a visibilizar a la mujer latina indígena. “Habló Otomí, tengo mi vestimenta, y busco mujeres indígenas para que representen su cultura”.
Magali, es conocida en la región por ser artesana de chaquira y del papel amate (papel orgánico Otomí). Con su vestimenta hecha a mano en colores vivos, representará su cultura en el Festival “I am Quixote” en Raleigh, en el Séptimo Festival Anual del Día de los Muertos, que tendrá lugar en el Museo de la Ciudad de Raleigh, en 220 Fayetteville St. Raleigh, NC 27601, el viernes 3 de noviembre, de 6:00 p.m. a 9:00 p.m.
Magdalena Regules
Magdalena, es una oaxaqueña de 43 años, madre de un joven de 24 años y una adolescente de 16 años. Actualmente vive en Cary, y ya tiene 24 años de residir en EE. UU.
Su historia de abuso comenzó cuando tenía 18 años, estando en México. A esa edad se sentía sola, y se había ido de su casa porque su padre era muy estricto.
Fue cuando conoció al padre de sus dos hijos. Para ella, él fue su “tabla de salvación” en ese momento de su vida, y después de un corto noviazgo se fue a vivir con él. Poco después la pareja emigró a EE. UU., primero él y luego ella lo siguió.
“La violencia doméstica comenzó desde México, pero al llegar aquí todo empeoró, porque además se metió con la marihuana y bebía cerveza, se volvió drogadicto. Creo que era desde México, pero como que uno no se da cuenta al principio”, contó Magdalena.
Para eso, ella tenía tres meses de embarazo, y aunque confiesa que no estaba enamorada, se aguantaba el abuso al que era sometida porque no quería que su hijo creciera sin su padre. “Era abuso de todo tipo, físico, emocional, sicológico”, recuerda.
Debido a sus vicios, el hombre trabajaba poco, y lo que ganaba lo gastaba en eso. Por ello, Magdalena siempre tuvo hasta dos y tres trabajos para sustentar su hogar.

15 años de abuso
Magdalena dice, que duró cerca de 15 años en esa relación de abuso, y que trató de dejarlo al menos tres veces, pero volvía con él porque le pedía perdón y le sentía una mezcla de cariño y lástima.
“Siempre que hubo situaciones graves de abuso involucré a la policía y hacía los reportes. Lo metí preso por violencia doméstica tres veces, la última vez en 2009, pero volvía con él, era difícil dejarlo”.
Aunque Magdalena no dejó a su compañero abusador por su propia voluntad, el destino se encargó de hacerlo, luego de que lo detuvieron por conducir ebrio, y terminó deportado.
“Fue ahí cuando lo pude dejar. Aunque regresó dos veces lo volvían a deportar, y por fin se quedó por allá, gracias a Dios no logró pasar”.
Cuesta recuperarse, pero es posible
Magdalena contó, que le tomó un tiempo recuperarse, porque pese a todo llegó a querer a su compañero, pero él seguía manipulándola a distancia, y la hacía sentir culpable, y entró en depresión.
“Así que un día me levanté y agarré valor, porque si yo caía no tenía quien me ayudara, y mi niña tenía apenas 3 años. Dije que tenía que hacer algo, porque la soledad me deprimía y así que puse todo en una balanza, y pensé que tenía que ocupar el tiempo y hacer algo para mi vida, y empecé a estudiar inglés en la noche”.
También comenzó a recibir terapia en Interact en Raleigh, una organización que ofrece ayuda a las mujeres víctimas de violencia doméstica, donde conoció a otras personas que pasaban por lo mismo.
“Para entonces yo trabajaba, iba a la escuela y cuidaba a mis hijos. Así salí adelante. Pensé que no conocería a otra persona, porque me sentía menos, pero hace dos años me casé con un hombre mexicano y nos va muy bien”.
La mujer afirma que hoy tiene una vida feliz, que trabaja y compró su primera casa, y lo mejor es que tiene a sus hijos con ella.
“Yo no pedí ayuda, salí sola adelante. Nadie me ayudó en nada ni económica ni emocionalmente. Es tener las ganas, el valor de salir adelante. Hoy en día la gente me pregunta por qué aguante tanto, pero la verdad no tengo la respuesta”.
Dónde se puede encontrar ayuda y recursos contra la Violencia Doméstica
Si usted o alguien que ama está en una relación física, emocional, sicológica o financieramente abusiva, hay distintas agencias y organizaciones que pueden brindarle apoyo. Le ayudarán a comprender y le ayudarán para navegar fuera de la situación de abuso.
Entidades nacionales
Si se encuentra en peligro inmediato, debe llamar al 911 o comunicarse con la Línea Directa Nacional de Violencia Doméstica al: 1-800-799-7233. La llamada es gratuita y confidencial. Puede enviar un mensaje de texto al: “START” al 88788. También puede ir a su página web.
La Oficina para la Salud de la Mujer ofrece recursos y programas en cada estado de EE.UU. para ayudar a víctimas de abuso doméstico. Consulte el listado por estado y en español en OWH-Office on Women´s Health.
En Carolina del Norte
También puede comunicarse con las siguientes organizaciones en Carolina del Norte que ofrecen orientación y ayuda en español a víctimas de abuso doméstico.
- Coalición Contra la Violencia Doméstica de Carolina del Norte (NCCADV). También encuentra una lista de los proveedores de servicios de violencia doméstica en el estado. Una traducción al español disponible se encuentra en la parte superior de la página.
- Red de Asistencia a Víctimas de Carolina del Norte, apoya los derechos y bienestar de los sobrevivientes de víctimas de homicidios y crímenes violentos.
- Consejo para la Participación de Mujeres y Jóvenes (CFWYI), con recursos para violencia doméstica y asalto sexual en todos los condados. Puede ver la lista por condado en el enlace.
- Womens Law, sirve y apoya a sobrevivientes de violencia doméstica.
- Compass Center brinda servicios de crisis y ofrecen acompañamiento hacia una salida segura. Su línea de crisis atiende 24/7 llamando al: 919-929-7122. Clic aquí para ir a su sitio web

Orden de Protección contra Violencia Doméstica
Carolina del Norte cuenta con leyes que protegen a las víctimas de violencia doméstica.
Si está buscando ayuda con una “Orden de Protección contra la Violencia Doméstica y Orden de Restricción, puede llamar Legal Aid of North Carolina.
Su línea de Asistencia de Ayuda Legal es 1-866-219-5262 en español. Puede también visitar su página web.
Violencia Doméstica y ayuda de Inmigración
Si está buscando asistencia de inmigración relacionada con la violencia que ha experimentado, comuníquese con el Proyecto de Inmigrantes Maltratados de Ayuda Legal. El télefono es 1-866-204-7612, se habla español). Pueden orientarte con respecto a VAWA, la Visa U, la Visa T, para víctimas de tráfico humano.
El Proyecto acepta llamadas los martes en un horario de 3:30 p.m. - 7:30 p.m.. Los días jueves pueden atender su llamada en un horario de 9:00 a.m. - 1 :00 p.m.