Carolina del Norte, Durham- "Trump se fue triste de la Casa Blanca, yo me voy feliz de la casa amarilla. Estas fueron las palabras que mencionó el pastor José Chicas al despedirse del lugar donde durante tres años y medio refugiado en santuario en una iglesia en Durham.
El presidente Joe Biden anunció la suspensión temporal de las deportaciones durante 100 días a mediados de esta semana. Es gracias a esta medida que José Chicas pudo regresar a su casa este viernes 22 de enero.
“Lo consultamos con mi abogada y puedo regresar a casa. Me siento muy feliz y agradecido por el apoyo que he tenido de mi familia, mi esposa Sandra y mi comunidad”. “Les digo a todos, muchas gracias. Y si tienen un problema, Dios los ayudará. Oren por toda la comunidad latina de este país, oren por este presidente”, dijo Chicas.
"Tres años y 7 meses es fácil de decir, pero no fácil de creer. Dios es bueno", agregó Sandra Marquina, su esposa y compañera inquebrantable de esta lucha.
¿Cómo llegó al Santuario?
En la primavera del 2017 Sandra Marquina comenzó a tocar puertas para impedir que su esposo fuera separado de su familia. Juana Luz Tobar Ortega, madre y abuela, había sido la primera persona en entrar en santuario en Greensboro. Esto abrió un nuevo capítulo en Carolina del Norte como un recurso en contra de la deportación.
“José fue invitado a una jornada de abogacía latina con líderes de fe en la Asamblea General. Al terminar la tarea y en rueda de prensa habló su hijo Ezequiel pidiendo ayuda para su padre”, recordó Ana Ilarraza Blackburn, enlace latino de la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color Capítulo Carolina del Norte (NAACP-NC).
El mensaje de Ezequiel conmovió al reverendo William J. Barber II presidente Repairers of the Breach y copresidente de la Campaña de los Pobres, que sin dudarlo ofreció santuario al pastor Chicas.
“A partir del anuncio del reverendo iniciaron las conversaciones con la familia. El pastor Jonathan Wilson-Hartgrove aceptó darle santuario en la Escuela de Conversión de la Iglesia Bautista St. John’s Missionary en la ciudad de Durham”, indicó Ana.
La tarde del 27 de junio del 2017, el pastor José Chicas entró en santuario para evitar ser separado de su familia.
ICE tiene una política interna de no arrestos en “lugares sensibles” como instalaciones médicas, escuelas, hospitales y lugares de culto, eso hizo que “me sintiera a salvo”, opinó Chicas.
Huyó de la guerra
Chicas, huyó de de la guerra civil en El Salvador en 1985 y pidió asilo político en los Estados Unidos. Ya en territorio estadounidense Inmigración detuvo a Chicas, pero fue puesto en libertad tras pagar una fianza. Sin embargo, debido a malos consejos legales no se presentó a la corte, por lo que generó una orden de deportación en ausencia, de la cual nunca tuvo conocimiento. En ese entonces José Chicas tenía 20 años de edad.
En 1987 se mudó a Carolina del Norte, donde se casó. Junto con su esposa es padre de cuatro hijos, tres de ellos ciudadanos americanos. Durante los años 90, José fue acusado y declarado culpable de conducir bajo la influencia del alcohol y abuso doméstico consecuencia del alcoholismo. Sin embargo, su vida mejoró al encontrar a Dios.
En 1991 sometió una aplicación de asilo político, pero su caso se cerró en el 2004. Chicas decidió luchar y contratar un abogado que logró que su caso fuera escuchado en la Corte de Inmigración en Charlotte. En el 2009 y debido a una depresión crónica que aqueja a su hija Andrea desde hace varios años, le fue aprobada una acción diferida. A partir de esto, se le permitió tener un permiso de trabajo y un seguro social. Además, estos cambios permitieron que un juez suspendiera su deportación.
Debido a no ser considerado como una prioridad de deportación logró un permiso de trabajo y se presentaba cada cierto tiempo a la Oficina del ICE en Charlotte.
No obstante, y debido a los cambios en las políticas migratorias bajo la administración del presidente Donald Trump, en abril del 2017 inmigración le informó que debía debía dejar el país.
Chicas es padre de cuatro hijos, tres de ellos ciudadanos americanos y uno residente permanente.
En Carolina del Norte dos inmigrantes más permanecen refugiados en santuario Juana Luz Tobar Ortega en Greensboro y Eliseo Medina en Raleigh, ambos refugiados en iglesias.
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