Escuela de Hñähñu en Asheville
Abel González Bueno y Gregorio Ortiz junto a los niños en el taller Ma Hñäkihü/ Patricia Serrano/Enlace Latino NC

Carolina del Norte, Asheville- Es un mediodía de verano en Asheville, Carolina del Norte. Abel González Bueno de 36 años y Gregorio Ortiz, de  55, organizan un juego antiguo. Es un juego que yo, y probablemente el lector también, jugamos en otras tardes de verano en otros países lejos de aquí. La diferencia es que lo hacen en una lengua milenaria, el Hñähñu

El juego se llama “¿Lobo, estás?” y es un clásico: niños cantando mientras hacen una ronda alrededor del lobo y preguntan si está listo para atraparlos.

Pero estos 10 nenes y nenas, que hablan inglés con sus amigos y español con sus padres, cantan la canción en Hñahñu, la lengua otomí más antigua de la región conocida como Mesoamérica. Y la letra en esta lengua milenaria dice así:

Ma ga ñ’eñhü ha ra ‘boza
Nubië ra miñ’o jo’oua
Nub’ü ra miñ’o da zëhë
Ga’tho da zagahü.
Miñ’o, miñ’o  gi ‘büpü?

Taller Ma Hñäkihu

Mientras los niños bailan y cantan, Abel y Gregorio cuentan a Enlace Latino NC la historia del taller Ma Hñäkihü, un curso de enseñanza de la lengua Hñähñu para niños de 3 a 10 años.

El taller se dicta en el Preescolar La Bugambilia de la organización cooperativa PODER Emma y está dirigido a todos los niños que quieran aprender la lengua que hablan -o no- sus padres.

La idea surgió dos años atrás cuando Abel González Bueno -junto a otro compañero por ese entonces- comenzó a dar clases a familias, grupos de personas de 3 a 70 años.

El objetivo inicial era “más que nada atraer a la gente y ver cuántas eran las personas que estaban aquí, quiénes eran los hablantes y por qué no les hablaban a sus hijos o cuál era el problema”.

Lo supieron, al menos la parte de cuántos son los hablantes de Hñähñu en las montañas apalaches, en la zona de Asheville específicamente: unos 200.

Abel y Gregorio se pusieron al hombro la tarea de revivir la lengua en el oeste de Estados Unidos, enseñando a los hijos de los hablantes la lengua de sus ancestros.

Abel y Gregorio se pusieron al hombro la tarea de revivir la lengua en el oeste de Estados Unidos, enseñando a los hijos de los hablantes la lengua de sus ancestros/ Patricia Serrano (Enlace Latino NC)

Hñähñu, una lengua milenaria

Según el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas de México, el idioma Hñähñu  existe hace 6,500 años, un dato que la convierte en la lengua más antigua de Mesoamérica.

Y no sólo es una lengua antigua, sino que también es una lengua viva: actualmente es una de las más habladas con casi 300 mil hablantes repartidos en ocho estados del país (Estado de México, Guanajuato, Hidalgo, Michoacán, Puebla, Querétaro, Tlaxcala y Veracruz). Cruzando la frontera, se contabilizaron solo en Florida unos 20 mil más.

Tanto Abel como Gregorio son hablantes transfronterizos de Hñähñu. Los dos llegaron a Western North Carolina hace más de 15 años provenientes del valle del mezquital, estado de Hidalgo. Pero una vez aquí no tenían con quién compartir su lengua materna o al menos todavía no se habían conectado con otros hablantes.

“Pues en mi vida cotidiana casi no lo hablaba porque no tenía interacción con otras personas que supiera que lo hablaran”, cuenta Abel durante una pausa de la clase en que los niños meriendan y nosotros aprovechamos para hacer la entrevista.

Gregorio tampoco tenía con quién hablar en Asheville, pero sí lo hacía cada vez que volvía a México de visita una vez por año.

¿Por qué quisieron rescatar Hñäkihü y enseñarla a las generaciones jóvenes?

Les hice esta pregunta a los dos para entender qué hay detrás de su esfuerzo, qué los motiva a juntar cuentos, libros y adivinanzas para plantar la semilla de una lengua que podría perderse.

“Es algo muy bonito e importante y por eso estamos aquí”, afirma Gregorio y destaca lo que quizá sea la razón principal de su tarea: mantener viva la memoria y con ella la identidad de su pueblo:

“Aunque yo no conozca toda la historia, sé que por hablar una lengua vengo de alguien, de algún lugar y es una identidad que no me gustaría que se perdiera y también creo que no hay que negarle a nuestros hijos y a nuestros nietos su identidad”, agregó.

«Honrar las memorias de nuestros antepasados»

Para Abel el taller de Hñähñu significa “honrar las memorias de nuestros antepasados, es mucho esa parte, honrar memorias más que nada, en especial a la de mi abuela, la de mi padre que habla la lengua y pues también creo que estoy tratando de rescatarla porque es una herencia que tuve, entonces quiero mantenerla conmigo o quizá, si es posible, pasarlo a mis hijos o a mis nietos y seguir con esa cadena hereditaria”.

Si la lengua es nuestra forma de comprender el mundo, de nombrarlo y habitarlo, rescatar y pasar la lengua indígena Hñähñu es una forma también de pasar los valores de ese pueblo en el lugar donde se encuentren sus descendientes. Aunque sean lugares inesperados: en este caso, Asheville.

Identidad 

Esa tarde el juego Miñ’o, miñ’o  gi ‘büpü (o “¿Lobo, estás?”) se repitió varias veces hasta que cada nene fue el lobo al menos una vez y todos pudieron aprender la canción completa.

Luego se presentaron a sí mismos y se saludaron en hñahñu. Para terminar la tarde recordaron los nombres de los animales: zatemxi (tigre), k’eña (víbora), zate (león), gamiñ’o (lobo) y así.

El taller busca que los niños aprendan el lenguaje de su pueblo sin el costo negativo que ha tenido para generaciones como la de Abel o Gregorio.

Y es que algo que notaron es que muchos hablantes de Hñähñu dejaron de hablar su idioma por discriminación y vergüenza. Ni siquiera se lo hablaron o hablan a sus hijos y guardan la lengua dentro de ellos como un tigre dormido»,

“Mucha gente, más que nada la gente joven, pues no la hablan porque siempre nos han puesto en un nivel¿no? si hablas una lengua más antigua o una lengua originaria es que eres un ignorante o que no sabes expresarte bien», reflexiona Abel.

«Entonces esa vergüenza o ese dolor siempre se los han plantado desde muy pequeños y han crecido con ello, sin saber qué es lo que están dejando atrás en realidad”, agregó.

Abel, cuenta que su misión es “olvidar un poquito esa pena y resanar ese dolor o esa vergüenza”.

Tanto Abel como Gregorio son hablantes transfronterizos de Hñähñu. Los dos llegaron a Western North Carolina hace más de 15 años provenientes del valle del mezquital, estado de Hidalgo. Pero una vez aquí no tenían con quién compartir su lengua materna o al menos todavía no se habían conectado con otros hablantes /Patricia Serrano (Enlace Latino NC)

«Transmitir la lengua Hñähñu enseñando algo bonito»

Por ello, el taller Ma Hñäkihu es para niños y transmite la lengua “enseñando que es algo bonito, que es algo importante para ellos”.

Quieren, en sus propias palabras, que los niños aprendan el idioma “sin todo lo malo que hay alrededor”.

Y para generar, en palabras de Abel, “una reflexión en las otras personas y desde ahí empezar a rescatar un poquito, aunque sea la lengua y quizá un poquito la cultura”.

Conservar la lengua no para volver a las raíces si no para conocer quiénes son. Y cuáles son los valores que su lengua originaria transmite.

“No es nada más que la palabra, es mucho más que eso”, finaliza Gregorio mientras sonríe.

Periodista argentina radicada en Asheville. Productora de Enlace Latino NC podcast.

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2 Comentarios

  1. Muchas gracias Patricia por darle espacio a este hermoso proyecto a través de las palabras de Abel y Gregorio, dos seres orgullosos de su origen y raíces hñahñu. Es hermoso que ellos puedan transmitir y compartir su herencia y cultura con lxs niñxs de la comunidad. Gracias por visibilizar lo que somos y lo que traemos con nostrxs a estas montañas. ¡Felicidades!

  2. Que bonito saber que la nueva generacion podra decir yo puedo hablas otro lenguaje que solo los ancestros mexicanos sabian y que bueno que Abel y Gregorio tengan el tiempo y la capacidad de ensenrles a nuetro futuro que son los ninos!!! Dios los bendiga a cada uno y nuetra nueva generacion!!! Gaby

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