Carolina del Norte, Raleigh - El 13 de junio la Iglesia celebra la fiesta de San Antonio de Padua, uno de los santos más conocidos y venerados en el mundo. Previo a esta fecha, los devotos antonianos se preparan para esta celebración practicando la "Trecena", una oración a San Antonio de Padua compuesta por 13 invocaciones que recorren vida y milagros del Santo.
San Antonio de Padua es también conocido como San Antonio de Lisboa. Nació en Lisboa en 1195 y se le conoce como "de Padua" porque en esa ciudad italiana fue donde murió el 13 de junio de 1231 y donde se veneran sus reliquias.
El papa León XII llamó a San Antonio “el santo de todo el mundo” porque por todas partes se puede encontrar su imagen y devoción. Muestra de ello son las múltiples iglesias que llevan su nombre. Una de las principales es la Basílica de San Antonio de Padua en Italia. Es uno de los principales lugares de culto católico en el mundo.
Ingreso con los Franciscanos y cambio de nombre
Es patrón de los pobres, viajeros, albañiles, panaderos y papeleros, aunque también se le conoce cómo el santo de las cosas perdidas porque existe la creencia de que por medio de la intercesión del Santo, ayuda a encontrar algo que se ha perdido, ya sea material o inmaterial.
San Antonio de Padua cambió su nombre original que era Fernando de Bulloes y Taveira de Azevedo a los 25 años cuando ingresó a los Frailes Menores Franciscanos.
Él fue testigo de una aparición del Niño Jesús a quien sostuvo en sus brazos. Por tal motivo, en las imágenes del santo se le representa junto al Niño.
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El milagro de San Antonio de Padua
Uno de sus milagros más conocidos fue cuando un joven italiano pateó a su propia madre en un arranque de ira.
Arrepentido, confesó su falta a San Antonio de Padua, quien le dijo: “El pie de aquel que patea a su propia madre, merece ser cortado”.
El joven de nombre Leonardo corrió a casa y se cortó el pie. Enterado de esto, San Antonio tomó el miembro amputado del joven y milagrosamente lo reunió al cuerpo.
El 30 de mayo de 1232 fue canonizado por el Papa Gregorio IX un año después de su muerte por lo que se considera la canonización más rápida por la iglesia católica.
Un Santo de cabeza para el amor
A San Antonio de Padua también le acuden las personas que desean encontrar una pareja y casarse.
Para ello, muchos además de rezarle colocan su imagen de cabeza, esto como un castigo hasta que consigan pareja.
Esta más que una tradición, la iglesia católica lo llama una superstición, es decir cuando se confía en la materialidad del acto sin la necesaria disposición interior.
Es supersticioso, por ejemplo, quien lleva un escapulario, pero no guarda en su corazón fidelidad a la Virgen María, sino que piensa que por solo el hecho de llevarlo se salvará.
O quien piensa que es una imagen o un santo el que puede obrar un milagro.
Los fieles devotos también se dirigen al Santo en oración para recuperar un amor perdido.
El Pan
Como parte de la celebración del 13 de junio, en muchas parroquias se acostumbra entregar pedazos de pan. Esta tradición representa un acto de caridad y está basada en otro de los milagros que la iglesia católica atribuye a San Antonio de Padua.
Una madre que encontró a su hijo ahogado en un pozo y pidió ayuda al Santo. Le prometió que si salvaba al niño, le daría a los pobres una cantidad de pan igual al peso de su hijo. Tomasito, que era el nombre del niño, volvió a la vida.
Oración a San Antonio de Padua: Santo de las cosas perdidas
Trece minutos con San Antonio
Arrodillados ante una imagen de San Antonio de Padua, le diremos con ternura:
Trece minutos que estaré a tus pies, padre mío San Antonio, para ofrecer mi invocación sentida ante tu imagen milagrosa, de quien tanto espero, pues bien se ve que tú tienes poderosas fuerzas divinas para llegar a Dios.
Así lo revelan tus patentes milagros, padre mío San Antonio, pues cuando acudimos a ti en horas de tribulaciones, siempre somos prontamente escuchados.
Hoy que es un día tan grande, llegarán a ti, miles de almas, que son tus fervientes devotos, a pedirte, porque sabemos que nos harás grandes concesiones, poniendo en primer turno a los más necesitados para que reciban tus favores.
¡Qué consolado me siento al entregarte mis penas!
Espero Santo mío me concedas la gracia que deseo y si me la concedes, te prometo contribuir con una limosna para tus niños pobres.
Tres grandes gracias te concedió el Señor; que las cosas perdidas fueran aparecidas, las olvidadas recordadas y las propuestas aceptadas.
¡Cuántos devotos llegarán a ti, diariamente a pedirte alguna de las tres, y tú jamás te niegas a concederlas! ¡Qué llegue hoy a ti lo mío que tan necesitado pone a tus pies este humilde devoto!
Tres Padrenuestros, Avemaría y Gloria