Esta historia se publicó en colaboración con Southerly.
Read in English here |Traducción al español por Lidia Hernández Tapia
La radio pequeña y vieja en la casa de la familia Arévalo no era rival para los dedos ágiles de un niño. Kevin Arévalo solía pasar las tardes examinando sus cables, engranajes y piezas de metal y volviéndola a armar.
“Cuando era pequeño no teníamos mucho dinero ni tecnología, lo que teníamos era esa vieja radio”, dijo Arévalo. «Siempre me intrigó… ver cómo funcionaban las cosas».
Esa curiosidad innata preparó a Arévalo, de 30 años, para una vida como programador. Hoy es uno de los seis trabajadores-propietarios que fundaron Radiate Consulting, una empresa de tecnología que funciona como cooperativa. Arévalo lidera el equipo de Carolina del Norte desde su casa en Wilson.
Pero la carrera profesional del estadounidense de primera generación dio muchas vueltas. La desigualdad persiste en la industria de la tecnología, que emplea principalmente a hombres blancos y asiáticos.
Las empresas no revelaron los datos demográficos de su fuerza laboral hasta el año 2014, cuando Google publicó sus datos de contratación: solo el 2.9 por ciento de sus trabajadores eran latinos y el 1.9 por ciento, afroamericanos.
Ese mismo año, el Informe sobre la diversidad en la alta tecnología de la Comisión de Igualdad de Oportunidades en el Empleo (EEOC) de los Estados Unidos reveló que el porcentaje de empleados afroamericanos en las industrias de alta tecnología era del 7,4 por ciento; y los empleados hispanos, 8 por ciento.
Según Forbes, esos números apenas han variado desde entonces.

Rompiendo barreras y estereotipos
La cooperativa ofrece a sus clientes servicios tecnológicos tradicionales, como la creación y gestión de sitios web y el desarrollo de aplicaciones.
Radiate North Carolina es una alianza entre Durham’s Code the Dream, que enseña programación de forma gratuita a personas que generalmente no tienen acceso a la industria; y el Democracy at Work Institute (DAWI), con sede en California, que forma parte de un programa para crear oportunidades de propiedad empresarial para profesionales al en etapas tempranas de su carrera profesional y que pertenecen a comunidades BIPOC, de inmigrantes así como a trabajadores contingentes que enfrentan dificultad en el acceso al empleo, trabajo inconsistente, prácticas de contratación discriminatorias, discriminación en el lugar de trabajo, y robo de salarios.
Fundada en 2015 por Ramiro Rodríguez, Daisy Magnus-Aryitey y Dan Rearick, Code the Dream surgió a partir de la idea de brindar a los jóvenes inmigrantes con estatus DACA, comúnmente conocidos como DREAMers, la oportunidad de capacitarse en el mundo de la tecnología. Eventualmente creció para servir a cualquier persona de comunidades marginalizadas.
Rearick dijo que hay aproximadamente tres grupos por año con alrededor de 30 estudiantes cada uno; la mitad de los graduados de Code the Dream se identifican como latinos. Muchos, si no la mayoría de ellos, son de familias inmigrantes.
«Hay cientos de aplicaciones para encontrar el mejor café o si quiere saber cómo administrar sus inversiones», dijo Rearick. “Pero la industria de la tecnología necesita más personas como Kevin [Arévalo] que comprendan las necesidades de las comunidades de las que provienen. Lo que él puede aportar cuando piensa en tecnología es muy diferente».
Opción para jóvenes latinos
Arévalo nació en California y se crió en Durham como el hijo único de una madre soltera que se fue de El Salvador en la década de 1980 durante la guerra civil. Algunos fines de semana vendía verduras en los mercados con su madre y dos hermanas mayores, y los días de semana practicaba deportes en la escuela.
De adulto, Arévalo trabajó más de cinco años en la construcción y luego trabajó como camionero transportando madera por todo el país. Más adelante cursó un semestre en un colegio comunitario. Ahí tomó un curso de informática, pero no pudo seguir en la universidad y trabajar al mismo tiempo. Él también tiene un hijo, por lo que ganar dinero es prioridad. Arévalo se inscribió nuevamente en cursos en 2018. Recuerda la primera vez que trabajó en un fragmento de HTML y CSS.
“Simplemente me enamoré”, dijo.

Una de las primeras aplicaciones en las que trabajó fue Vamos, que ayuda al personal encargado de divulgación y comunicaciones en la agricultura a encontrar campos de trabajo cada temporada, para asignar mejor los recursos para una población rural que a menudo no se cuenta.
Según la directora de programación de Code the Dream, Lori Fernald Khamala, la idea de Vamos surgió cuando un voluntario del Ministerio Episcopal de Trabajadores Agrícolas en el este de Carolina del Norte se encargó de contactar a trabajadores agrícolas tras el paso de un huracán.
«Ese voluntario trabajaba como desarrollador de software en su trabajo diario. Rápidamente se dio cuenta de lo beneficioso que sería tener una aplicación para ayudar con la planificación, implementación y presentación de informes sobre cómo llegar a los trabajadores agrícolas en áreas tan remotas y rurales», dijo.
Cinco organizaciones en seis estados utilizan actualmente Vamos para llegar a más de 10 mil trabajadores agrícolas.
Arévalo también ayudó a desarrollar Conéctate Carolina, un directorio de organizaciones y servicios en línea, disponible para los más de 150 mil trabajadores agrícolas en Carolina del Norte.
“Los recursos de ayuda pueden ser escasos y dispersos en las comunidades rurales”, dijo Fernald Khamala. “Existen barreras como el idioma y el acceso a Internet. Una aplicación móvil que ofrece información local en español puede cambiar las reglas del juego”.
Los usuarios pueden buscar recursos en Conéctate por ubicación geográfica o por categorías (educación, legal, salud, vivienda) tanto en inglés como en español. Conéctate también cuenta con un sistema bilingüe de alerta para eventos meteorológicos y de salud pública, como la vacuna COVID-19 e información sobre prevención.
Code the Dream se unió a Student Action with Farmworkers (SAF) para crear la aplicación.
Según la directora del programa SAF, Sandra Rodríguez, la organización ha escuchado anécdotas de trabajadores agrícolas que se enteraron de emergencias climáticas severas y alertas de COVID-19 gracias a Conéctate.
“Hacer estos dos proyectos para los trabajadores agrícolas me hizo pensar en cómo puedo usar la tecnología para ayudar a mi comunidad”, dijo Arévalo.

Impulso a la industria tecnológica
Según la N.C. Tech Association, Carolina del Norte ocupa el séptimo lugar a nivel nacional en el crecimiento del empleo en la industria tecnológica, y los beneficios económicos indirectos de la industria, como las empresas locales que patrocinan los trabajadores, contribuyen con aproximadamente el 20 por ciento del empleo general del estado.
A medida que las grandes empresas tecnológicas como Apple y Google se mudan a Carolina del Norte, Code the Dream se mantiene firme en su espíritu. Los fundadores escribieron un artículo de opinión en News and Observer esta primavera donde plantearon la siguiente pregunta: “¿Pero qué vecinos se beneficiarán más? ¿Quién es probable que obtenga esos miles de nuevos trabajos con salarios de seis cifras?»
Radiate «está justo en la intersección de las dos razones principales por las que surgió Code the Dream», dijo Rearick; «para crear oportunidades económicas para personas que deberían haberlas tenido todo el tiempo y para tomar decisiones sobre qué tecnologías son realmente necesarias en primer lugar».
Desde que Arévalo se convirtió en desarrollador de software, se ha apoyado en una red de otros latinos como él que también están en la industria, primero a través de Code the Dream; después a través de canales en línea como Techqueria, donde conoció a programadores que viven y trabajan en El Salvador, su tierra natal.
“Debido a que la programación tiene que ver con resolver problemas, he aprendido a ver cómo vivo mi vida de manera diferente”, dijo. “Me abrió los ojos al ver que la tecnología no es solo para que la gente se divierta. Tiene un impacto».
Esta historia recibió apoyo de Solutions Journalism Network.