Carolina del Norte, Asheville- Patty Sáenz no se acuerda dónde escuchó la frase, pero está segura de que fueron esas palabras las que la llevaron a tomar la decisión correcta. Habían pasado más de seis meses de vida en pandemia cuando alguien dijo que si un negocio lograba sobrevivir esta época estaba destinado a crecer, a ser algo mucho más grande. Tomó nota y pensó, por qué no, ya era hora de abrir un segundo restaurante.
Unos meses antes, Érica Mayer daba el salto y se animaba a exponer y vender sus plantas tropicales de interior en dos negocios; su emprendimiento “Rosarina” dejaba así de ser únicamente un plant shop móvil en un colectivo rosa para convertirse en decoradora y asociada de espacios que, pandemia mediante, no sabía si iban a frecuentarse demasiado.
Por la misma época las gemelas Paula y Cynthia Penovi se preguntaban si era hora de dedicarse de lleno a invertir en capacitaciones y herramientas digitales para su empresa de traducción en un momento en que los eventos presenciales se caían uno tras otro. Y Cristina Cárdenas Ramírez lanzaba con más dudas que certezas su emprendimiento de desayunos y delicias a domicilio mientras seguía con su trabajo de intérprete, pero ahora mudado a modalidad online en su casa.
Todas estas mujeres tienen en común ser latinas, ser emprendedoras, ser resilientes. En una época de crisis para el mundo, el país y Carolina del Norte decidieron, cada una en su caso, emprender por primera vez o expandir sus negocios en un contexto en que muchos les dijeron que no lo hicieran. Pero su instinto era acertado y no fueron las únicas. En 2020 más de 127,000 personas registraron un negocio en Carolina del Norte. Un número récord en contexto de crisis que se repitió en todo el país.
Economía latina
La comunidad latina es cada vez más importante en la economía de Estados Unidos. Es una frase hecha, sí. La repiten políticos en campañas y la escuchamos seguido en las noticias. Pero también es una verdad que no para de crecer. Veamos algunos números:
El Censo de 2020 confirmó que ya somos 62,1 millones de latinos en el país (18,7% de la población). Según un informe de Latino Donor Collaborative (LDC) en 2019, justo antes de la pandemia, el producto bruto interno del total de latinos en Estados Unidos fue de 2,7 billones de dólares. La cifra implica tanto dinero que, si la comunidad latina viviendo en US fuera un país, sería el séptimo con la economía más grande del mundo. ¿Impresionante, no es cierto?
Ahora si nos centramos en los emprendimientos y negocios latinos en US podemos tomar los datos de Stanford Latino Entrepreneurship, un instituto de educación e investigación en colaboración entre Stanford University y Latino Business Action Network. En el último reporte anual informaron que las empresas propiedad de latinos son el segmento de mayor crecimiento en el país: crecieron un 34% en los últimos 10 años en comparación al 1% de crecimiento que tuvieron las demás pequeñas empresas.

Camino al andar
Paula y Cynthia Penovi se mudaron desde Argentina a Estados Unidos en 2016. Son intérpretes y traductoras, dueñas de la empresa Argentum Translations con sede en Asheville, NC. Tienen apenas 29 años y cuando llegó la pandemia pensaron que su trabajo, en gran parte presencial, se iba a complicar cada vez más. Sin embargo, la historia fue otra: los pedidos de traducciones aumentaban sin parar en gran parte por los requerimientos de información segura en otros idiomas para prevenir el Covid.
Ahora, mientras tienen que delegar trabajos a colegas de tantos que les llegan, recuerdan que dar el primer paso no fue nada fácil. “Ya de por sí abrir una empresa propia no es nada sencillo. Una tiene que registrar su empresa; conseguir capital; aprender a gestionar el flujo de caja; armar un plan de acción de marketing; conseguir las licencias, registros o patentes necesarias; establecer la credibilidad del emprendimiento, y muchísimo más”, afirma Cynthia y luego se ríe mientras dice que hacer todo eso en un país que no el tuyo, bueno, eso lleva la dificultad a otro nivel.
La comunidad latina de primera generación tiene que abrirse el camino mientras aprende a navegar el sistema de un país y un lenguaje que no es el suyo. Y aunque esto sucede en todos los ámbitos de la vida, en el caso de abrir tu propio negocio se vuelve aún más complejo. “Sí, necesitamos bastante ayuda para entender bien la estructura de los negocios en Estados Unidos y los trámites necesarios para, por ejemplo, registrar la empresa como LLC”, cuentan y comparten que “nos ayudó muchísimo la Administración para Pequeñas Empresas o SBA, y en especial, la asociación sin fines de lucro SCORE; además, nos sirvió muchísimo apoyarnos en otras mujeres latinas profesionales y empresarias”.
Apoyo para pequeñas empresas
Los latinos emprendedores no tienen las mismas posibilidades de obtener financiación que el resto de las empresas.
Según el informe Stanford Latino Entrepreneurship Initiative las probabilidades de aprobación de un préstamo de parte de un banco nacional es un 60% menor para los dueños latinos de negocios, aún cuando tengas las mismas características de los demás negocios. Por este motivo, muchos dueños latinos se endeudan en créditos personales o pidiendo a amigos o familiares.
Entre las asociaciones que dan apoyo a emprendedores en Carolina del Norte se encuentran Carolina Small Business.

Rocío González, directora del programa empresarial latino para la organización, dice que la pandemia “representó una especie de cambio radical para las iniciativas de asistencia” ya que por primera vez “se otorgaron subvenciones de ayuda en efectivo a pequeñas empresas”.
No obstante, y aunque las subvenciones en efectivo sean fundamentales en contexto de crisis, las empresas también tienen necesidades de financiación cada vez mayores.
“Lo que se necesita es una combinación de subvenciones en efectivo para cubrir los gastos durante períodos críticos de emergencia y financiamiento a bajo interés para ayudar a la empresa a sobrevivir y crecer”, destaca González.
En Carolina del Norte hay 4,638 negocios de dueños latinos, según la última encuesta de 2018. Pero se estima que ese número podría ser mucho más grande.
“Nuestro objetivo es ayudar a las personas que quieren iniciar un negocio, o hacer crecer su presente negocio apoyándose de los conocimientos y experiencia de hombres y mujeres con muchos años de experiencia en las áreas que los clientes hoy día quieren abordar”, asegura.
Ángel Moreno (77), empresario y voluntario de Score Asheville, otra organización con base en Western North Carolina que ofrece talleres, consultorías y capacitaciones para personas que quieren abrir o expandir su emprendimiento.
La buena noticia es que Ángel Moreno promovió la ayuda en español en la organización que, desde este año, comenzó a dar consultorías a emprendedores latinos que no hablan inglés.
“Queremos que la comunidad hispana tenga acceso a la mejor consultoría posible sin costo alguno. Muchos de estos clientes tienen gran talento. Ahora necesitan alguien que los acompañe para encontrar el mejor camino para su desarrollo empresarial”, explica Ángel y cuenta que en Score hay más de 13,000 voluntarios en todo el país que puedan dar asesoría en forma online.
Dar el salto
Érica Mayer tiene 37 años y vive en Asheville. Sus raíces y el nombre de su emprendimiento se encuentran a miles de kilómetros de allí, en una ciudad llamada Rosario, ubicada en el litoral argentino. Casi todas las chicas de Rosario tienen el mismo sobrenombre cuando se van de la ciudad: se las llama “Rosarinas”. Así le decían a la mamá de Érica, así le dijeron muchas veces a ella misma y así se llama su plant shop.
“Yo empecé mi carrera como paisajista. Durante cinco años estaba en una oficina todos los días, cinco días a la semana, mirando computadoras, en reuniones”, cuenta Érica; mientras recuerda una época que ahora mientras transporta plantas tropicales en su colectivo rosa le parece casi una película. Por ese entonces se sentía deprimida. Extrañaba estar afuera con las plantas y “sentí que algo tenía que cambiar, que no estaba feliz con mi carrera y lo que estaba haciendo”.

Así que dio el salto y cambió. Era marzo de 2019 cuando lanzó su empresa móvil de venta de plantas en el bus escolar que compró y transformó. Mientras seguía en su trabajo de oficina, los fines de semana se convertía en Rosarina y vendía sus plantas en parqueaderos y ferias. En 2020 y apenas poco antes de la llegada de la pandemia a Estados Unidos, Erica se animó a dar el salto más grande. Dejó su trabajo y se dedicó por completo a su sueño.
Erica está segura de que el apoyo de la comunidad fue clave para que su negocio creciera durante la pandemia: “Sentí que ser latina y ser mujer me ayudó mucho a abrir mi negocio, que había mucho apoyo para gente que no estaba en el mainstream”.
Rosarina Plant Shop expone y vende sus plantas en el café Farewell y en Citizen Vinyl en Asheville. Hasta ahora es dueña y única empleada, pero planea seguir creciendo.
Negocios latinos en crecimiento
Tan solo en Carolina del Norte hay más de 62 mil negocios cuyos dueños son inmigrantes. Todos juntos aportamos anualmente al estado unos 1,600 millones de dólares. Y los emprendimientos no paran de crecer.
La comunidad latina se caracteriza por su espíritu emprendedor. Elian Savodivker, director de actividades de Latino Business Action Network, afirma que en el país hay entre 3 y 5 millones de negocios latinos y que la razón del crecimiento de las empresas latinas en mayor medida que las demás puede deberse a que es “un cohort, que es un grupo muy empresario en sí, por la persona que migra acá y tiene que tratar de crear su propio futuro”.

Cristina Cárdenas Ramírez es colombiana. Vivió la mayor parte de su vida en Nueva York y ahora, mientras trabaja desde su casa en el oeste de Carolina del Norte, se decidió a transformar su pasión en un emprendimiento.
En plena pandemia lanzó Santa Marta Delights, su pequeño negocio de desayunos personalizados a domicilio y otras delicias.
Para ella “estar en casa me dio el tiempo de pensar en concretar lo que siempre había querido y pensar en otras opciones, otras oportunidades”. Justamente una de las razones del récord de nuevas empresas en pandemia se debe, según muchos, al tiempo que la crisis dio a las personas para replantearse dónde estaban y realizar cambios.
Para Patty Sáenz fue la duda sobre qué iba a pasar con su primer restaurante “Pupusería Patty” la que la llevó a pensar que era mejor crecer que temer en medio de la crisis.
Su historia le había enseñado que la fuga no es hacia atrás, sino siempre hacia adelante. Así había llegado a Estados Unidos. Huyendo de la pobreza en su Honduras natal; así también había comenzado a vender pupusas y tamales en la calle cuando no tenía cómo pagar su casa. Ahora, con apenas 35 años, tenía miedo de que su sueño cumplido de tener su propio restaurante se cayera con la pandemia. Y ahí fue cuando pensó que era mejor tener dos para seguir adelante.
Hoy Patty cuenta con las pupuserías que llevan su nombre I y II y hasta tiene en mente abrir un tercero.
Ella, Cristina, las gemelas Penovi, la rosarina, todas son mujeres latinas que lucharon en la pandemia con sus pequeños o más grandes emprendimientos. Los negocios latinos inyectan anualmente más de 800 mil millones de dólares a la economía estadounidense. ¿Cuánto más podrían hacer si tuvieran iguales oportunidades?