Luis Martínez es un emprendedor mexicano y zapoteco que era conocido por el éxito de su primer restaurante. Pero la pandemia lo cambió todo. Después de cerrar, tuvo que reinventarse y para lograrlo volvió a sus orígenes. Esta es la historia de Luis, pero también es la historia de la comunidad latina emprendedora superándose y creciendo en la post pandemia.
Migrante, indígena, mexicano, Luis había llegado a Estados Unidos muchos años antes, pero recién en Asheville el futuro que había soñado se abrió para él: ese año se convirtió en el socio, co propietario y chef del novísimo y aclamado.
El Gallo: un restaurante que irrumpió en la vibrante escena culinaria del pueblo de moda en Carolina del Norte con todas las cartas para triunfar.
"Nosotros fuimos el primer restaurante en Asheville que manejaba un programa de masa, lo que significa hacer el nixtamal, cocerlo, dejarlo, lavarlo, después hacer la masa, después hacer tortillas… O sea, eso es mucho trabajo, es muchísimo trabajo", cuenta Luis en el comedor de su casa en el oeste de la ciudad, donde vive con su mujer y sus dos hijos.
Pero las cosas no fueron fáciles para Luis. Además de toda la complejidad que supone llevar un restaurante propio, El Gallo tuvo que enfrentar la pandemia.
Eran apenas los primeros meses de 2020. Todavía no se sabía mucho sobre Covid-19, ni existían las vacunas.
El golpe de la pandemia a El Gallo
Hoy sabemos que la mitad del total de emprendimientos del país cerraron ese año, que la tasa de desempleo superó a la más alta de la historia hasta ese momento y que Estados Unidos fue uno de los países con mayor porcentaje de muertes por Covid en el mundo.
En medio de todo esto, El Gallo también cerró. Al principio por unos meses durante las restricciones por la pandemia, y finalmente para siempre.
La Asociación Nacional de Restaurantes estima que en 2020 por lo menos 110 mil restaurantes cerraron en el país.
Aún hoy, en 2023, la cifra total de negocios de comida es menor a la que existía pre pandemia.
"Tal vez si hubiéramos abierto ahora", se lamenta. "No fue el tiempo perfecto tal vez, lo cual igual sí es un poco doloroso, no, porque sí, también pusimos nuestro empeño, nuestro esfuerzo, nuestra sangre, nuestros sueños en eso y una vez que eso se acabó, pues tuvimos que movernos", dice Luis Martínez, para quien aún ver el sitio donde existió El Gallo todavía le genera tristeza.
Los orígenes y el nacimiento de Tequio
Luis nació en un pueblo zapoteco de las montañas mexicanas. El pueblo se llama Santa Catarina Loxicha y se encuentra en el distrito de Pochutla, Oaxaca.
Allí todavía vive su familia y allí Luis conoció desde muy chiquito el arte de sembrar, cosechar y cocinar el maíz.
Así que cuando se quedó sin restaurante, sin trabajo y sin saber qué hacer para salir adelante, la respuesta lógica fue volver a su familia:
"Y lo que hice fue ir a Oaxaca. Me fui a mi pueblo, me fui a sembrar maíz, estuve con mi papá, estuve con mi familia", dice. Era septiembre de 2020 y El Gallo ya no existía.
"Ahí nació el proyecto. Hablando con mis tíos y con mi papá nos pusimos a pensar acerca de qué podíamos hacer, cómo yo podía empezar de nuevo, y ahí surgió Tequio, por la necesidad que veíamos de que ciertos productos que ellos querían vender se vendieran de una forma más viable y también sustentable y también que se les pagara lo justo".

"Somos gente de maíz y gente de barro"
Tequio Foods se dedica a la importación de maíz y frijoles ancestrales, producidos por las comunidades originarias de Oaxaca.
También importan chilaquiles, chicatanas y chapulines, que son insectos comestibles en la tradición zapoteca.
Pero sobre todas las cosas, explica Luis, "abogamos al maíz, al centro de nuestra cultura; somos gente de maíz y gente de barro, lo que nosotros decimos en zapoteco, que nosotros venimos del maíz, que el maíz no solamente es una extensión o una planta que nos alimenta, es también nuestra madre".
La empresa de Luis tiene doble nacionalidad, como él: tiene su parte en México donde trabajan con 4 pueblos originarios de las montañas, y su parte en Estados Unidos, donde trabajan con restaurantes vendiendo el maíz y otros productos a precios justos para los productores.
En Estados Unidos, según las cifras aportadas por Carolina Small Business, los emprendimientos liderados por la comunidad latina aportan 800 mil millones a la economía del país.
Y en Carolina del Norte el 30 por ciento del total de pequeños negocios y emprendimientos, como el de Luis, están en manos de latinos y latinas.
Un presente emprendedor
"Ha sido un cambio tener que adaptarme y ha sido complicado. Yo durante un tiempo pensé y ahora qué hago, cómo me enfoco, cómo puedo salir de esta cuestión negativa, porque todavía a veces lidio con eso", afirma Luis.
Tanto para él, como para muchos emprendedores, las consecuencias de la pandemia siguen presentes.
En su caso la crisis también le trajo la oportunidad. Y, por suerte, puede asegurarse que no es un caso aislado.
"Todo lo negativo tiene un lado positivo"
El responsable del Programa Latino de Carolina Small Business, Carlos Liriano, afirma que aún en plena pandemia en su organización vieron muchísimos casos de personas que comenzaron negocios, emprendedores que se expandieron, o que después de tener que cerrar un emprendimiento, se adaptaron, volvieron a intentar y hasta cambiaron de rubro.
"Todo lo negativo tiene un lado positivo. Un dato interesante es que durante el 2020, aquí en Carolina del Norte, más de 127 mil personas registraron un negocio", informa Liriano. Y el número sigue creciendo: en 2022 fueron 171.400 nuevos negocios.
Luis Martínez lo resume así: "Creo que todo depende de cómo tú lo tomas en la vida. Yo me quebré. Y tuve básicamente que volver a rehacerme, volver a reanimarme y volver a reinventarme, que eso fue la parte más complicada”.
Con miras a la costa este de Estados Unidos
Hoy la empresa Tequios Food busca llevar los auténticos ingredientes de la comida ancestral mexicana a los restaurantes de la costa este de Estados Unidos.
Además, Luis continúa con su pasión como chef cocinando en pop ups en restaurantes reconocidos de Asheville, en Carolina del Norte.
De sí mismo asegura: "Yo no soy un caso especial. Es lo que siempre le digo a la gente. Hay mucha gente que están haciendo cosas mejores que yo y que están siendo más anónimos. Hay mucha gente echándole ganas.
"Creo que la pandemia también vino a darle como ese empujoncito a mucha gente, qué tal si vendo tortillas o qué tal si esto o qué tal si esto, que tal si empiezo un nuevo negocio, no?"